
No me extenderé con engorrosos capítulos de
Historia que siempre huelen a muerto; baste decir que los dirigentes alemanes, bajo
el argumento de “mi pueblo tiene que comer”,
tardaron 90 años en pagar una mínima parte de la deuda millonaria contraída con
Europa por provocar dos guerras mundiales. Teniendo en cuenta además que
Alemania, el país que hoy se erige como paladín del rigor fiscal, desde la
firma del tratado de Maastricht, rebasó los límites del déficit y la deuda de
la zona euro en 14 ocasiones, mientras que España no lo hizo nunca antes de la
actual crisis financiera, si no de otras lecciones, sí podrían ser ejemplo de proporcionarles
a sus gentes el derecho de cubrir las distintas jerarquías de la pirámide de
Maslow en el orden en que fueron observadas.
Nuestro Gobierno, de todo lo que podía
decidir, decide aumentar el índice de nuestros impuestos tomando como ejemplo
la forma de proceder de otros países de la Unión, pero no asumen el carácter de
otros para atender el hambre de los suyos, adecuándonos a concebir la
democracia tal y como la sufrimos, y no desde la exigencia de que nuestros políticos deberían comunicar en
todos los foros la postura de sus votantes, ser los defensores de
nuestros derechos y nuestros más fieles representantes, conocer el pasado
para argumentar el presente y no flaquear ante el cumplimiento en riguroso orden de
la teoría de la motivación humana.
La diferencia entre las expectativas y la
realidad en relación con la satisfacción de necesidades es lo que
ha creado este desequilibrio social que nos aboca al conflicto dentro de
nuestras propias fronteras. Los políticos de este país se han encastillado en
sus propias posturas creyéndose poseedores de la representación absoluta y
regalándonos la limosna de poder ejercer un voto constreñido cada cuatro años.
Resulta inaudito que no sean capaces de escuchar a los ciudadanos ya que está
llegando un punto en que es tal el descontento por parte de la sociedad que se
corre el riesgo de que se reniegue de todos los dirigentes como norma general. Ellos escalan
en sus posiciones ajenos a lo que sucede más abajo, sin escuchar ni contrastar
lo que el pueblo quiere o necesita, y todo da igual. La máquina de esta
democracia continúa demoliendo los días y los años. La hemos convertido en un cuadro de despropósitos e intereses individuales en el que nadie avista el horizonte ¿Dónde está esa grandeza de
Estado que sólo podemos añorar…?
¡Qué tristeza!
Gracias por entretenernos con tu crítica de la realidad social día a día.
ResponderEliminarNota personal: me encanta el título
Una vez más otro texto que nos engancha de principio a fin, sin dejarnos otra opción que leer hasta el final.
ResponderEliminarMónica
esto si que es critica constructiva
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